Miras, no mucho mejor que antes pero miras. Y ves olvido, mezcla, confusión y que algo estuvo siempre ahí; detrás de mi oreja, susurrando hacia el futuro.
"Me sentí así en cierto punto". Y rogué, pero la almohada siempre estuvo en una versión más húmeda. Debe haber algo, alguien, algo... pero lo cierto es que nunca me he dado por vencido, o que siempre he sido un estúpido.
No soy yo, no es el mundo. El momento y el lugar, la suerte, o la mano invisible que nos coloca de manera muy detallista en un tirachinas infinito y nos catapulta contra lo inevitable. ¿Dónde estamos? Hay arañas y el mármol ahora es color blanco. Hay arañas.
"¿De verdad creíste en ello?" Y, entonces, la respuesta parecía clara; no existe la valentía, solo una indiscutible falta de precognición ante los posibles futuros.