THIS IS MY KINGDOM COME.

30 de mayo de 2013

AG

¿Acaso es que cuando creemos no soñar es porque estamos presentes en sueños ajenos?

23 de mayo de 2013

JC-JV

Tambores resonando en la claridad del día. La calle estaba desierta. A parte del grupo de personas que luchaban por sus derechos y el cuerpo policial, las amplias avenidas estaban vacías, dominadas por altos rascacielos y el retumbar de los tambores.

"Están tocando la canción tal y como debe sonar, y no con ese ritmo falso y de miedo con el que la entonan los policías con su porra y escudo", alcancé a oír. Y era cierto, de una forma u otra, habían salido al momento en el que los policías empezaron a chocar las porras con el escudo al unísono. Los otros vestían con ropas claras, y llevaban un enorme tambor  blanco colgado del cuello y la parte baja de la espalda. El ruido era espectral.

Quizás fue eso lo que infundió el pánico, o quizás no, pero siempre hay algún tipo de detonante que acaba manchando de rojo la ropa de alguien. Las caras de miedo se agolpaban al intentar correr hacia la esquina más cercana para desaparecer de allí. Los tambores aún sonaban. «Correr, correr». Mi cerebro parecía no ser capaz de pensar en otra cosa, hasta que me di cuenta de que estaba corriendo solo entre la multitud. «¿Dónde está?» Se chocaba con la gente a pocos metros de mí, le cogí del brazo y tiré de él hacia la esquina. Cuando la cruzamos y hubimos recorrido más de la mitad de la calle, pudimos detenernos a respirar.

"She is behind you".

La voz pareció salir del rincón más profundo de mi mente, y parece que también de la suya. Nos miramos fijamente y tuvimos el valor de girarnos para ver quién nos seguía. Y allí estaba ella, vestida con su falda de cuadros verde oscuro con líneas rojas que los separaban, jersey verde oscuro, zapatos negros y sus dos coletas recogidas con lazos de color verde oscuro. Y ahí estaba su cara. Esa cara deforme con la boca torcida hacia la derecha y esos ojos enormes e imperturbables. Y chilló. Su voz aguda sonó tan alto que parecía taladrar los oídos, y el sonido lejano que pudiera quedar de tambores se desvaneció por completo.

Correr o no carecía de importancia. Cuando giramos, ya estaba justo tras su espalda, alzando la mano hacia él. «¡No!». Y al lanzarle una patada, todo se desvaneció para siempre.

~WD.

5 de mayo de 2013

Las murallas del mar.

No asomarían más de dos metros y medio por encima de la superficie de agua. Suficiente para tener dos niveles y una pequeña escalera que los conectara en varios puntos a lo largo de la muralla. El primer nivel era una simple plataforma rectangular de piedra con un pequeño embarcadero en un lateral y una escalera pegada al muro. Permanecía inmóvil y firme entre las corrientes, chocando a ambas partes olas pequeñas que apenas llegaban con fuerza pese a ser de noche. Estaría bajando la marea. En el extraño lugar en el que nos encontrábamos ya había pasado la medianoche y, posiblemente, hacía mucho. 

Éramos cinco. Ocho, si contábamos los cadáveres de los guardias que habían estado apostados y que sorprendentemente habíamos matado sin hacer el más mínimo ruido. La pequeña barca en la que habíamos llegado allí chocaba suavemente contra el pequeño embarcadero de piedra. Subimos al segundo nivel, que consistía en un estrecho adarve por el que cabrían dos personas hombro con hombro y constaba de un parapeto almenado a ambos lados, de forma que resultaba difícil ver lo que sucedía en el nivel inferior a menos que hubiera una de las escaleras que conectaba con él para poder asomarse. Allí echamos un vistazo a la lejanía del pasillo, que era levemente curvo y podía verse la mayor parte del recorrido que hacía para cerrar la bahía. «Antorchas». Destacaban en la oscuridad de la noche, y venían en nuestra dirección. «Tranquilo, no han podido oírnos y, mucho menos, vernos». Ultimamos los planes y un compañero y yo nos pusimos la indumentaria que llevaban los guardias que habíamos asesinado. La armadura era completa, a excepción del yelmo, que no constaba de visera, y tampoco tenían barbera. La armadura tenía un color dorado que apenas podía verse pese a estar la luna llena. Una vez puesta la armadura, hundimos la barca y los cuerpos tanto como pudimos. Fue fácil, sólo había que hacerle un agujero a la barca, poner los cadáveres encima y poner sobre ellos las piedras que habíamos cargado hasta allí, y ellas cumplieron con su función. La luz de las antorchas cada vez estaba más cerca. Así que los que íbamos a suplantar a los guardias nos quedamos en la escalera de pie, y los otros tres echaron a correr por el lado opuesto del adarve.

Eran tres, así que uno sería alguien a cargo de echar una represalia al que estuviera holgazaneando o algo por el estilo. Nos fuimos a los extremos del peldaño de la escalera para dejarles pasar. Bajó a la plataforma y echó un vistazo rápido, seguramente para ver si habíamos ocultado vino o algo que distrajese a cualquier guardia de sus quehaceres. No hubo mucha conversación; ¿qué tal la noche?, ¿algún barco en el horizonte?, ¿algún reflejo extraño en el mar?. Miraba fijamente a los ojos cuando preguntaba, y tenía una extraña sonrisa. «¿Será de los que conocen a todo hombre que está bajo su mando?». De pronto, las preguntas empezaron a estar fuera de lo que parecía su rutina; primero habló sobre alguien que parecía ser otro guardia y preguntó si nos ofreceríamos a cambiar sus turnos por los nuestros debido a la muerte de algún pariente del susodicho guardia. «Quiere hacernos hablar y que cometamos errores. O puede que no, y simplemente sea verdad». Tras formular la pregunta, sus ojos seguían mirándonos fijamente y su sonrisa pareció haber aumentado. «Lo sabe».

Antes de poder abrir la boca o desenvainar la espada, el agua empezó a burbujear a su espalda. «Que no sea uno de los cuerpos, que no sea uno de los cuerpos». El burbujeo se hizo más intenso, y tuvo que girarse junto con sus otros dos guardias. Por suerte, no eran los cuerpos que habíamos hundido antes. Era otro tipo de cuerpo, ni siquiera sabría decir qué forma tenía o cómo era su tacto. Oscuro, más oscuro que la noche. Y, sin embargo, parecía brillar a cada movimiento, un brillo metálico que reflejaba la luna casi por completo. Solo se oyó un leve chapoteo, y una extensa protuberancia de esa masa informe había aplastado a uno de los guardias contra la pared de la muralla. Ligero como el aire, salió del agua y se aproximó al siguiente guardia. Fuera del agua y dentro de la zona iluminada por la antorcha tenía un aspecto todavía más terrorífico. Más alto que la muralla y mucho más ancho, parecía tambalearse como carne que no tiene huesos que la sujeten. Huimos en la misma dirección en la que habían huido nuestros tres compañeros. La criatura subió al adarve casi más rápido que nosotros, así que no íbamos a llegar lejos. «No mires atrás». Pero miré. La masa sobresalía por ambos lados del parapeto, pero no parecía molestarle. «Ya está aquí». Miré al frente y la luz del amanecer asomando tras las lejanas montañas pareció cegarme. Todo se volvió blanco.

Y, sin darme cuenta, estaba en un tramo más ancho del adarve. Seguía corriendo, pero ya no me perseguía nada, estaba con mi otro compañero. Una luz blanca dominaba aquel escenario y, a pocos pasos de allí había un extraño sillón blanco con remates en oro. Un anciano estaba sentado sobre él y,a su lado, un joven parecía estar sujetando un ramo de uvas. Ambos vestían con ropas sencillas y blancas.

— Acercaos —dijo mientras gesticulaba con la mano expresando lo mismo que sus palabras— Ahora podéis decidir sobre vuestras vidas. ¿Me perteneceréis a mí...? —preguntó pausadamente, esperando una respuesta— ¿... o perteneceréis a la bestia?
— No.
— Venid y desnudaos, entonces.

De la nada parecieron salir más chicos jóvenes desnudos. Se acercaron a nosotros y nos desnudaron. "Shh" susurraban, mientras nos mordisqueaban la oreja y dirigían nuestras manos a su antojo. El joven que estaba dándole uvas al anciano las dejó y se unió al grupo de jóvenes que nos rodeaba. El anciano se limitó a asentir y mirar.

Para entonces ya estaba solo yo, solo en el mundo, cubierto de tanta luz que parecía que el mundo se apagaba más allá del mar. No sabía si aquello era obra de un dios, pero jamás había creído en él. Y, sin embargo, ahora mi vida estaba en sus manos.

~WD

4 de mayo de 2013

Pretending

Lo típico; recordar cosas y, bueno, no saber quién era. Y no saber quién soy. ¿Será que la carencia de importancia de lo banal de este mundo, como la ropa que uno se pone, me ha hecho prescindir de personalidad? No, no personalidad, si no... "carácter". No sé, no sé cuál es la palabra.

¿Realmente puede serme indiferente todo? Todo el mundo tiende a algo, todo el mundo tiene decisiones. ¿acaso la mía es esta? No lo entiendo, no lo entiendo porque no conozco a nadie así, y eso me choca. Imposible que sea yo único en algo, al fin y al cabo todos somos iguales.

¿Será que conseguí evadir las construcciones sociales? De ser así, ¿por qué ésto me hace sentir tan vacío? ¿Acaso el sentido de sociedad y de contacto humano es intrínseco a las construcciones sociales? En resumidas cuentas, ¿acaso tengo que tener una etiqueta social para sentirme parte de la sociedad y, por tanto, acogido por la misma, por muy denigrante que sea dicha etiqueta? Dicho de esta manera la respuesta es obvia: sí.

Entonces, es inevitable ser social, al igual que lo es tener una etiqueta asociada. ¿De donde demonios saqué la idea de que no quería ser igual? ¿Por qué nos dicen que ser igual es no tener personalidad? Cuando claramente estoy comprobando que la personalidad depende de lo social, y para ser parte de lo social hay que tener etiqueta, y por consiguiente se sería igual que los demás. 

No tiene sentido. Llego, pues, a dos conclusiones. O la personalidad no existe, o la gente prefiere simular que no es como los demás para hacer creer que es único, cuando en realidad no lo es. O sí lo es, pero no tiene personalidad debido a que sería idéntico a los demás que estén en la misma situación.

¿Donde está mi persona? ¿Dónde puedo encontrarme a mí mismo? ¿Cómo puede algo mío estar en mí y a la vez en millones de personas más, las cuales son las que me permiten tenerlo? Lo que me hace pensar; ¿tienen personalidad los náufragos, los prisioneros, los locos, etc. si no tienen a nadie cerca? ¿Existía la personalidad hace miles de años?

What the hell am I?

He comprobado, también, que el hecho de no dar ocasión a poner etiqueta confunde a la gente. Si visto ropa al azar y de dudosa/difícil "etiquetación", se formará una barrera entre la sociedad y yo. De esta forma, estaría quedando excluido de la misma y, por tanto, mi personalidad quedaría anulada porque no estaría formando parte de la sociedad.

1 de mayo de 2013

El masticar con ambas partes de la boca.

Pregúntale al que come ratas qué es la felicidad, y te responderá que un guiso de patatas y carne de conejo.
Pregúntale a un huérfano qué es la felicidad, y te dirá que llegar a ser alguien importante.
Pregúntale a quien perdió su familia, y te dirá que tener hijos.
Pregúntale a quien duerme solo en la calle, y responderá "compañía".
Pregúntale a un viejo, y te dirá que sus recuerdos.
Pregúntale al que no puede porque no tiene, y te responderá que la felicidad la da el dinero.
Pregúntale al que llora, y te dirá que poder cambiar el pasado.

Pero la vida no es simple, ni la realidad tan plana. Por ello se juntan las líneas, y te preguntas "¿qué es la felicidad?". Posiblemente ninguna de las frases anteriores sea cierta al 100%, pero todo debido a la complejidad del asunto.

¿Es la felicidad un capricho constante? ¿Es la felicidad egoísmo? ¿La felicidad nos guía o nos sigue?

La felicidad es para la vida como la musa para el pintor. Vivimos por felicidad, pero ello no implica que una obra de arte sea algo realmente bueno como para que merezca la pena el tiempo y esfuerzo que implica.

~WD.