THIS IS MY KINGDOM COME.

30 de abril de 2011

Mentiras que contar en el autobús, a mitad de camino.

Abrí los ojos, y allí seguía. Agarré con más fuerza la cuerda y tiré.
Al otro lado de la cuerda escuché un grito. "Dime que sigues ahí" chillé, y como respuesta obtuve otro grito. "Una vez más", me dije.
Tiré de la cuerda y conseguí subir a mi compañero de viaje al saliente de la montaña en el que estaba yo.

Estuvimos varios minutos tirados en el suelo, jadeando. Las nubes pasaban.
Cuando recobré el aliento me eché sobre él y le abracé de una forma que no lo había hecho jamás.
- Ha faltado poco -dije con lágrimas en los ojos y casi susurrando.
- Qué más da... -respondió.

Me apartó de encima suya y pude ver una de las rocas afiladas del desfiladero clavada en su estómago. No me había fijado en el rastro de sangre que había dejado al subirlo al saliente de la montaña.
- Te habrías ahorrado el verme así -dijo con voz cada vez más apagada.

Cogió mi cabeza y la puso sobre la suya. Nos mirábamos fijamente. Esos ojos de un color que jamás llegué a saber definir. Esos labios que jamás conseguí dibujar bien. La forma de sus orejas que tan bien me sé, pese a estar cubiertas por su pelo.
Puso mi mano sobre su pecho, donde el corazón, y dijo:
- Prométeme que, cuando se pare, te irás y me dejarás aquí. Quiero que subas los cien metros que quedan para superar la altura máxima de las nubes.
- Lo prometo.

Su cuerpo fue poniéndose cada vez más frío y, con una interminable mirada, se despidió del mundo. Me aparté y dejé que viese por última vez el cielo. Le agarré de la mano.
- Las cirrus uncinus siempre han sido las nubes que más te han gustado. Ahora las tendrás para siempre en tu memoria.

Cuando los músculos de su mano se debilitaron del todo me levanté. Le cogí del brazo y tiré de su cadáver hasta conseguir subírmelo a la espalda.
Eché a correr cuesta abajo por la empinada montaña. Recorrí todo el largo camino que habíamos hecho para subir. Las dos noches que pasamos allí para llegar hasta donde ocurrió todo se convirtieron en una sola noche de vuelta.
No comí, no dormí, no paré en ningún momento.
Tres kilómetros más abajo, y con su sangre cubriendo mi cuerpo, llegué a la orilla del mar. Lo solté en la arena y caí exhausto a su lado.
Me quedé dormido al momento.

Soñé con nosotros, nuestras vidas. Una voz dentro de mí preguntaba cómo habrían ido las cosas si todo hubiera sido distinto. Y, como si fuera capaz de rehacer la vida por completo, mi mente mostró imágenes de un presente alternativo.
Aquella vez en la que quedamos para cenar y nos fuimos cada uno a nuestra casa no se mostraba así en mi mente. Ahora, a los cinco minutos de empezar a andar a casa, me paraba en seco y echaba a correr hacia su casa. 
Llegando a su casa, me caí en la acera y me hacía una herida en la pierna. Cuando llegué a su casa no había nadie, y me quedé sentado en las escaleras de su puerta. Al rato, me quedé dormido, y a la media hora volvió él y me despertó.
Me metió en su casa y, mientras me curaba la herida me decía que él también había ido a buscarme a casa. En ese momento, yo bajaba la mirada y me ruborizaba.
Él se limitó a sonreír y, poco a poco, fue acercando su cara a la mía. Me besó.


Nuestras vidas habrían sido tan diferentes así... pero nunca llegó a pasar. Nunca me besó, nunca le besé. Quizás siempre tuvimos miedo del peso de nuestra decisión.
Estaba claro, él sabía que yo no iba a subir la montaña sin él.

Desperté a la mañana siguiente y vi su cuerpo junto a mí. Lo agarré de nuevo y lo arrastré hasta el océano con las pocas fuerzas que me quedaban. Lo llevé hasta el fondo, cargándolo mientras nadaba.
Cuando ya estaba suficientemente lejos, le dejé caer.
- Nuestro mar nunca fue de nubes, si no de agua.

Giré en dirección a la playa, pero la playa estaba muy lejos, y apenas me quedaban fuerzas.
La vida, las nubes, la montaña, la playa, el mar y él.
Lentamente me dejé hundir, y logré alcanzar su cuerpo en la oscuridad del océano.
Mis pulmones me exigieron abrir la boca e inspirar. La sal y el yodo del agua se fueron quedando por todas partes hasta llegar a mis pulmones. Dentro del agua, toser no sirve de nada. Pero, de pronto, un sabor familiar llegó a mi boca. El agua sabía, cómo no, a hierro.

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Quizás todo empiece siempre así; con un principio incierto y con un final certero. Lo que me recuerda a...
- Es una canción triste.
- No es triste, ¡es romántica!
- Entonces es muy triste...

28 de abril de 2011

Viento divino.

Página en blanco, y los minutos pasan escondidos tras el muro.
Las letras invisibles pesan, y el sentido del fin anda cerca.
Cuando la sangre se cansa de oler a hierro.

Ni siquiera sabíamos como empieza-acaba constantemente esto. Un día de luz, un día que llueven motores de camiones.
Las armas, la esperanza, la última gota que cae al vacío y se evapora.
El recuerdo del infinito, la realidad de lo inconcebible. Lágrimas de sangre, recuerdos de pies gastados.

Monedas al aire, asesinando pájaros carpinteros.
Cuerdas transparentes que cortan cabezas, y sus cuerpos decapitados tomando té.
Maletas de viaje que contienen fuego. Fotos que enfocan al aire.

Sinfonías con copas medio-huecas. Truenos con sonrisa amable y mirada alegre.
Piano nostálgico casado con acordeón abatido.
Sueños de ensueño con mariposas negras soviéticas de fondo.

Disfraces de kamikazes, y bombas reclutadas en una foto de comunión.
Cadenas de tela, tela de serpiente.
Camas con forma de trébol (de tres hojas).

Y, por último (y una vez más), manos manchadas de sangre.
Respira hondo y cuenta hasta -3.

26 de abril de 2011

24 grados atrás, 4 segundos al Este.

Y entonces vio un nuevo amanecer. Nuevo, pero exactamente igual al del día anterior.

Llegó lo inevitable. Llegó la ilusión, el caos, las ansias del comienzo, el brillo en los ojos. La lágrima en sus labios gira 24 grados y vuelve hacia atrás.

El recuerdo, la luz cegadora en mitad de la noche del desierto.
Aparece de la nada... Es por eso, ¿no? El que ahora puedas respirar significa que has vuelto a ver esa luz cegadora aún cuando no querías verla. Cuatro segundos más, al Este, dos pasos y cien kilómetros por recorrer.

¿Qué pasa? Has olvidado donde caíste, donde te levantaste y donde volviste a caer. Eso está bien, así que, ahora que has olvidado que existen las piedras, echa a correr.

24 de abril de 2011

Boomerang.

"¿De donde han salido?" Y el cielo se torno negro. Un negro que impedía ver cualquier brillo, que tragaba cualquier tipo de luz que emitieran los cuerpos.
Pero ahí seguíamos; yo, y esas mil mariposas negras que cubrían el firmamento hasta el horizonte.

Qué decir o, incluso, qué pensar. Ahora toda salida parece ser ese río de luz que fluye bajo tierra.
Y cuanto más lo pienso, más se deshacen las imágenes dentro de mi cabeza, o en mis manos.
Parece mentira cuanto iba a echar de menos subir a la montaña o dormir aterrorizado.

Quizás los demonios se hayan ido por ahora, o quizás solo se hayan subido a mi espalda y por eso no les veo. Lo único que sé es que el pueblo está vacío, que las ventanas están cerradas y que no queda ninguna piedra más en el monte con la que poder excavar.
A veces, ni siquiera me cuestiono el por qué lo hago, simplemente, sigo haciéndolo.

Posiblemente he vuelto a dejar abierta la puerta de atrás y ese ruido que escucho no sea más que la locura, que se ha colado en casa y se balancea en la lámpara del techo del piso de abajo. Sí, seguramente solo sea eso.

Déjalo estar. Quizás arranque la lámpara, quizás el techo ceda. Acabaría igualmente en el piso inferior.

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Ahora déjame contarles lo cansado que estoy. Cansado de paredes, puertas y vallas que yo no he puesto. Cansado de estar esperando siempre ahí, con una rosa y unos guantes deshilachados, para que tú sigas mirándome por detrás... para que tú sigas retrocediendo y echándote a correr cada vez que giras una esquina.
No te puedes hacer una idea de sobre qué estoy hablando. No te puedes imaginar lo convencido que estoy de que cuanto más te alejas, más feliz eres.
No tienes ni la más mínima idea sobre de quién hablo, ni de por quién y para qué lo hago. Solo decirte que tú no eres tú, pero que yo sigo siendo yo (aunque ahora tenga más mariposas que antes).


Quizás debí haber girado a la izquierda en el cruce, cien recuerdos atrás.

Tomorrow never knows.

Y como mañana no llegará, vayamos a dormir esta noche.

Quizás por un momento pueda volver a volar sobre la ciudad.
Quizás entonces los pájaros vuelvan a mi ventana.
Quizás entonces los kilómetros se conviertan en escasos centímetros.

Cuando dudo demasiado poco, a veces, no hace falta saber nada más.


Porque sus frágiles dedos volvieron a recorrer una vez más mi cuerpo en mitad de la noche.
Porque la oscura habitación del hostal seguirá tan oscura como hasta ahora, aunque yo ya no estaré allí.
Porque no existen las casualidades en este mundo, solo lo inevitable.
Porque hoy me apetece volver a la calle donde nos cruzamos aquellas mil veces.


Porque el demonio vuelve una vez más a nuestra siempre querida Señorita Prym.


Losing the feeling of feeling unique.

23 de abril de 2011

Fake

Itsu demo sagashite shimau dokka ni kimi no egao wo
Kyuukou machi no fumikiri atari
Konna toko ni iru hazu mo nai no ni
Inochi ga kurikaesu naraba nandomo kimi no moto e
Hoshii mono nado mou nanimo nai
Kimi no hoka ni taisetsu na mono nado

22 de abril de 2011

Three minutes clapping

Como sé que mientes y no lo quieres reconocer, seguiré aplaudiéndote (:

19 de abril de 2011

...

Lugares que cambian de nombre y lluvia que cae en dos direcciones.

Echo tanto de menos eso de lo que tú ni siquiera has oído hablar...

18 de abril de 2011

9 de abril de 2011

Let's kill tonight.

Aquel chico tenía la mirada perdida en el infinito horizonte. Desde la ventana veía toda la ciudad.
La luz cegadora del mediodía le hacía bajar la mirada a las calles vacías.

Suspiró y el vapor se quedó pegado a la ventana en forma de condensación.
Lentamente, dibujó un corazón sobre el rastro que había quedado e, inconscientemente (y antes de que desapareciera el trazo), hizo un corte oblicuo al esbozo.

No creía en el amor. No en ese amor, al menos. Es triste ver como el brillo de sus ojos desaparecía conforme se despegaba del cristal.
Retrocedió unos pasos y se dejó caer de espaldas y con los brazos extendidos en la cama. Otro suspiro.

"¿Qué voy a hacer?"

Dio muchas vueltas en la cama, pero seguía sin tener nada claro. O quizás todo estuviese claro ya, pero no quería reconocerlo.

"¿Por qué demonios todo es tan confuso?"

Entonces recordó aquellas manchas de sangre sobre el espejo y la pared del baño. Giró bruscamente, llevándose las manos a la cabeza y cerrando con fuerza los ojos.

"¿Por qué los recuerdos se borran a su antojo? Nunca me dejan decidir..."

A veces no hay solución. Noche tras noche, la mente intenta escudarse frente a muchas "casualidades" con las que ni siquiera tiene relación alguna; frente a posibles "él", frente a posibles "otros", frente a posibles "pasados", frente a posibles "futuros".

"Voy a explotar cualquier día de estos..."

Más cerca de ver de nuevo la "oscuridad"; aún cuando el Sol está fuera, aún cuando quiere despertar.

Sin sentido...

3 de abril de 2011

Mi ego...

"Nunca proyectes tu felicidad en un sueño futuro, si no en el presente".

No lo he olvidado, quizás por eso todo vaya así de mal.
La verdad es que no se puede hacer nada para cambiar algo de lo que está pasando...
En algún momento, a lo largo del corto recorrido, dejé de mirar esas pequeñas flores violetas que adornan el camino y acabé mirando la bonita forma en la que ondea la bandera de lo que consideré como meta.

Mierda. Frustra tanto...
Como cuando necesitas un abrazo y, por ser tío, se creen que solo buscas labios a los que besar.
Nadie piensa en ti, nadie cree en ti, nadie se interesa por como te va todo, nadie te entiende... Parece que ni siquiera existes, pero estás ahí, respirando... robando oxígeno al aire.

Ya estoy harto, todo esto no es algo que dependa de mí...
Imbéciles, todos unos malditos imbéciles incapaces de ver más allá de su propio reflejo.
Y yo, mientras, aquí. Atado a una silla y con las piernas dormidas.
¿Que no proyecte mi felicidad en el futuro? Vas a ver...

Dejaré de poner mis ilusiones en las personas y las pondré en los lugares... En inmensas ciudades, en mitad de un campo, en lo alto de una montaña...
Quizás esas sean mejores metas.

1 de abril de 2011

One more time, one more chance.

Se acerca el invierno.
El suelo de madera cada vez está más frío. Los árboles están sin ninguna hoja sobre sus ramas. Algunas mañanas veo pequeños fragmentos de hielo flotando en el río, como si quisiera helar ya.

Ya no me despierta el mismo canto de pájaros cuando se hace tarde y aún sigo en la cama.
No sé qué pasa... Creo que iré a las montañas, quizás haya alguien que me traiga el invierno cada día a mi jardín. Y eso no me gusta.

Escarcha en las ventanas y el crujir de la hierba helada.
Creo que me estoy volviendo loco... Me gusta el invierno, o me gustaba. Detesto el frío que me persigue hasta la buhardilla, odio como me mira por la ventana cuando estoy acurrucado en la cama intentando mantener cerrados los ojos y la mente despejada.
Sé que no estás ahí, que no te encontraré cuando salga. Sé que no existe la casualidad, que no te veré más o seguiré el aroma de tu cuerpo frío.
Sonrisa y ojos tristes... No podemos engañarme, no lo conseguiremos jamás. Soy demasiado estúpido (y nunca me gustaron las chimeneas).

¿Qué me pasa? Creo que, definitivamente, me estoy volviendo loco... ¿Como podría sentir esto si no lo estuviera? Las lágrimas que no veo. La soledad que tanto evito y que tanto consigo. Las proyecciones en mi cabeza sobre un mundo en el que ni siquiera existo.

Creo que puede cambiar. Confío en que pueda cambiar. Pero, cuando me doy cuenta, estoy tumbado en mi cama, bajo las sábanas, y comiendo galletitas de chocolate...
Asomo la cabeza y veo el rastro de agua de mis zapatos de la última vez que salí fuera. Creo que no lo haré más.

Mi vida se agota de esperar a que yo cambie mi futuro.