Quedan sólo ocho días para que empiece un nuevo año... Sólo ocho...
Todos hemos aprendido tanto con ese libro de recuerdos...
Pero los errores siempre quedarán. No serán los mismos, pero sí que serán eso... errores.
Y no me queda tiempo, nada de tiempo. El inmenso reloj de bolsillo no paraba de chirriar.
En el contador que había situado tras las manecillas se veía un 8 acompañado de la palabra días.
¿Por qué lo dejo todo para el último momento siempre?
¿Por qué los fallos se me acumulan al final y no al principio? No quiero empezar este año así...
Me niego, me niego, me niego, me niego, me niego...
- Me enamoré de él cuando le oí cantar esa canción.
- ¿En serio? Que suerte... ¿me lo presentarás?
- ¿Cantamos?
- Empiezas tú, que esa parte nunca me sale bien.
...What if I wanted to break
Laugh it all off in your face
What would you do?
What if I fell to the floor
Couldn't take all this anymore
What would you do, do, do?
Laugh it all off in your face
What would you do?
What if I fell to the floor
Couldn't take all this anymore
What would you do, do, do?
Y así empezó todo.
Quizás desde entonces los días ya estaban contados.
"No existe la casualidad en este mundo, solo lo inevitable".
¿Será el final inevitable? ¿Será este final nuestra primera vez? Espero y deseo que solo sea otra primera vez, nuestra primera vez. Y que haya muchas más, muchísimas más, infinitas más.
Ahora, sin embargo, me resulta inevitable estar así. Es inevitable esta espera, este puto misterio... La vida siempre con sus sorpresas.
De todas formas, las lágrimas me susurran "esperanza" mientras se van.
Una vez escuché de alguien sabio que llorar sirve para relajar el sistema nervioso y que, reprimir el llanto en ciertas ocasiones dolorosas, llevaría a una inestabilidad nerviosa. Por lo que, en cualquier momento frente a cualquier problema, la persona acabaría llorando todo lo que había reprimido...
Por suerte (y tranquilidad de todos), ese no es mi caso actual.
Quedan sólo ocho días para que empiece un nuevo año... Sólo ocho...
Yo he aprendido tanto de ese libro de recuerdos...
Me alegro de que las cosas hayan ido bien. Me alegro de que las cosas hayan ido mal y haberlas superado y aprendido.
Me alegraría un millón de veces más si esta vez fuera una de esas veces... Deseo un final feliz.
Y, tal vez, no tenga una bala en la que meter un dibujo y dispararte justo al corazón para que entrase en él mi alma (mediante el dibujo)... Pero tengo la seguridad de que, la próxima vez que resuene "mi alma" buscaré por cada rincón la tuya, y cuando la encuentre la abrazaré tan fuerte que serás capaz de sentir lo que hay dentro de mi. Mis alegrías, mis penas, mis recuerdos, mis temores, mi arrepentimiento... Mis más amados secretos y la más odiada verdad.
Te lo juro. Te juro que lo haré, ¿vale?
Prometido.